Esta casa era el sueño de mi suegro Martin. La vida le llevó a vivir lejos de su pueblo para ganarse la vida. A veces demasiado lejos, pero nunca perdió la esperanza de volver a su pueblo natal un día. Y lo hizo. Esta casa fue su última obra, la que preparó con esmero e ilusión para su jubilación y donde se retiró con su mujer Victorina a disfrutar del merecido descanso a una larga vida de duro trabajo.

Mientras pudo no dejó de recorrer cada día los montes y caminos que recorren estos bellos parajes y cuando ya no pudo, desde su asiento, tenía una vista privilegiada a San Donato y veía cambiar su estampa y su color con las estaciones del año.

Un año después de su partida, este 2018, abrimos nuestro hogar familiar para que todos lo podáis disfrutar también y sintáis por qué este lugar y este pueblo son lugares tan especiales y mágicos.

Os pedimos a cambio respeto por todo lo que os dejamos con tanto detalle y cariño y también por el entorno. Cuidad y respetar el pueblo y sus habitantes y toda la magnífica naturaleza que os rodea.

Por mi parte, haré todo lo posible por hacer de vuestra estancia un recuerdo entrañable.